Esta serie comienza con la construcción de un refugio hecho de madera reciclada y clavos. Esta escultura llamada Un lugar tranquilo, representa la construcción precaria como metáfora del hogar disfuncional. Los planos de la casa no están unidos entre sí, pero suturo la casa cosiendo con lana roja las fisuras, para mantenerla en pie. Coser, es un acto de resistencia. Traslado el refugio a diferentes localizaciones urbanas y fotografío a mi cuerpo interactuando con la obra. De aquí nace la serie, Suturar la casa.

Suturar la casa habla sobre la relación de la mujer con el hogar, la familia, la pareja y la casa. El cuerpo dialoga con ese espacio arquitectónico desamparado en escenarios que muchas veces pasan desapercibidos por el caminante, son lugares anónimos y olvidados. Esto refleja la soledad de los hogares rotos, que nadie ve, pero que suceden alrededor de cientos de personas. Las fotografías realizadas son transferidas sobre madera e intervenidas con hilo de bordar rojo. Cuando todo se viene abajo, ella resiste. Como un acto poético, el hilo sutura las fisuras de la casa y repara aquello que una vez se rompió o ese abandono que nunca debió ser.

Finalmente, Siluetas, continúa con la misma poética. Sobre fotografías de paisajes naturales idílicos transferidas sobre madera, se cose la silueta de un refugio o casa. Estas siluetas corresponden a perfiles de construcciones originarias y a refugios básicos de supervivencia.