Sin título, acrílico, piezas metálicas, 50x38x38, 2012.
Empecé a trabajar el cuerpo no como símbolo de su corporeidad, sino como simbolismo de estados intangibles del ser.
Cuando el encierro era físico, la pintura era totalmente legible, definida y la caja era opaca, oscura. Luego, cuando el encierro se hizo mental, la pintura se comenzó a desmaterializar, se hizo borrosa y la caja se tornó traslúcida hasta llegar a la transparencia. Esto llevó a la mutilación del cuerpo, donde el cuerpo mutilado prisionero, deja una relación de materialidades contradictorias como es lo macizo y lo leve, lo opaco y lo translúcido. El encierro del cuerpo mutilado se ve reforzado por otra contradicción de materialidades como son las piezas metálicas y el acrílico. Es ahí cuando se vuelve un problema de materialidades y el cuerpo deja de ser necesario.
Y cuando desaparece el cuerpo, es cuando aquello intangible se hace tangible en el vacío.