Históricamente el paisaje ha ido asociado al sentido de la vista como si fuera algo externo al individuo por estar sujeto a la contemplación, pero en definitiva, es el individuo el que construye el paisaje en su interior, porque es su mirada lo que sensibiliza. A partir de esto, se propone el sonido como una forma alternativa de aproximarse al paisaje, debido a su alto potencial imaginario. El cuerpo no sólo oye un sonido, sino que la interpretación de este produce una imagen en relación a las experiencias subjetivas del individuo, extrayendo de la memoria recuerdos de manera asociativa. Así, el círculo creativo se completa con la presencia del oyente, quien reconstruye las imágenes en su interior. Finalmente, se propone resignificar el sonido a través de la evocación del imaginario individual del espectador, para que construya para sí, sus propios paisajes imaginarios.
Instalación sonora